Elevadores de Lisboa: así son los funiculares más famosos

0
Elevador da Bica en Lisboa, el funicular amarillo que sube las empinadas calles del barrio hacia el río Tajo.
Leonhard Niederwimmer / Pixabay

Lisboa tiene una relación especial con sus colinas. Caminar por la ciudad significa subir y bajar cuestas que parecen no terminar nunca, un reto para las piernas de cualquiera que la visite.

De esa geografía complicada surgió una de las soluciones más ingeniosas y pintorescas: los elevadores de Lisboa.

Estos funiculares y ascensores no solo facilitaron la vida diaria a los lisboetas, sino que se convirtieron en símbolos culturales, atractivos turísticos y parte inseparable de la identidad de la capital portuguesa.

¿Qué son exactamente los elevadores?

Cuando hablamos de “elevadores” en Lisboa nos referimos a dos tipos de transporte histórico: los funiculares, que ascienden calles empinadas sobre raíles mediante un sistema de cable, y el Elevador de Santa Justa, un ascensor vertical de hierro forjado que conecta dos niveles de la ciudad.

En ambos casos, el objetivo fue el mismo: superar grandes desniveles que dificultaban la comunicación entre barrios.

Hoy, montar en uno de estos elevadores es mucho más que un simple desplazamiento. Es viajar en el tiempo, escuchar el chirriar de las ruedas sobre las vías y contemplar cómo el vehículo se abre paso entre fachadas centenarias y calles estrechas llenas de vida. Son una mezcla única de funcionalidad, historia y encanto turístico.

Un poco de historia: del agua al vapor y la electricidad

El primer elevador, el do Lavra, entró en funcionamiento en 1884. Fue diseñado por Raoul Mesnier de Ponsard, ingeniero portugués discípulo de Gustave Eiffel, que ideó también los demás.

En sus inicios funcionaban con un ingenioso sistema de contrapesos de agua: se llenaba un depósito en el vehículo superior que, por gravedad, arrastraba al inferior cuesta arriba.

Poco después se introdujo la tracción a vapor, hasta que finalmente fueron electrificados en el siglo XX, lo que consolidó su funcionamiento y garantizó su permanencia.

El éxito fue inmediato. En una ciudad donde las cuestas podían ser un obstáculo diario, estos pequeños transportes se convirtieron en auténticas arterias urbanas. Conectar la Baixa con el Chiado, o los Restauradores con el Bairro Alto, dejó de ser un suplicio gracias a ellos.

Los principales elevadores de Lisboa

Actualmente Lisboa conserva cuatro elevadores en funcionamiento, cada uno con su propio carácter y atractivo:

  • Elevador da Glória. Inaugurado en 1885, conecta la Praça dos Restauradores con el Bairro Alto. Es uno de los más concurridos, ya que sube hasta el mirador de São Pedro de Alcântara, con unas vistas espectaculares de la ciudad.
  • Elevador da Bica. Abierto en 1892, es probablemente el más fotogénico.
    Su recorrido por una calle estrecha, flanqueada por casas tradicionales, termina con el río Tajo al fondo, creando una de las postales más famosas de Lisboa.
  • Elevador do Lavra. El pionero, inaugurado en 1884. Es el menos turístico de los tres funiculares, lo que le da un ambiente más auténtico, conservando la función original de facilitar la vida diaria a los vecinos.
  • Elevador de Santa Justa. Distinto a los anteriores, es un ascensor vertical inaugurado en 1902. Con su estructura de hierro forjado y estilo neogótico, es una joya arquitectónica que conecta la Baixa con el Chiado. Su terraza-mirador ofrece una de las panorámicas más completas de Lisboa.

Una experiencia que combina utilidad y turismo

Aunque hoy Lisboa cuenta con metro, tranvías modernos y escaleras mecánicas en algunos puntos estratégicos, los elevadores siguen siendo funcionales para muchos residentes.

Sin embargo, han ganado aún más peso como atracción turística. Viajeros de todo el mundo hacen cola para vivir la experiencia de subir a estos vehículos, que parecen haberse detenido en el tiempo.

Su éxito se debe a esa dualidad: no son una recreación para turistas, sino un transporte histórico que continúa cumpliendo la misión para la que fue creado. Y al mismo tiempo, ofrecen un viaje pintoresco que forma parte de cualquier visita a Lisboa.

Por qué son un símbolo de Lisboa

Los elevadores de Lisboa son un ejemplo de cómo la ingeniería urbana puede convertirse en patrimonio cultural.

Nacieron para resolver un problema cotidiano —subir y bajar colinas— y con el tiempo se transformaron en iconos reconocidos en todo el mundo. Hoy son tan parte de la identidad lisboeta como el fado, los azulejos o los tranvías amarillos.

Subir en ellos es una experiencia breve, pero intensa. Es escuchar el sonido del motor, ver cómo se abre la puerta de madera y sentir que, durante unos minutos, formas parte de una historia que lleva más de 130 años en movimiento. Una curiosidad convertida en símbolo eterno de Lisboa.

Consejos para disfrutarlos

Si vas a usar los elevadores, lo mejor es aprovechar los abonos de transporte de Lisboa, como el billete 24 horas, que incluye metro, tranvías y funiculares. Esto te permite utilizarlos sin pagar cada trayecto por separado, ya que los precios individuales pueden resultar algo elevados para un uso turístico.

Intenta subir a primera hora de la mañana o al final de la tarde para evitar colas, especialmente en el Elevador de Santa Justa, que es el más demandado.

Y no olvides disfrutar de los miradores cercanos: el de São Pedro de Alcântara junto a Glória, el de Santa Catarina en la zona de Bica, o la terraza del propio Santa Justa.

Salir de la versión móvil